No hay duda en que lo popular no tiene por qué ser lo mejor, ya que hoy en día el ser humano puede encontrar su mente contaminada a la hora de tomar decisiones, debido a la cantidad de estímulos externos que influyen en ellas. En muchos casos, frente al amplio abanico de posibilidades, la publicidad hace que te decantes por un producto concreto sin valorar cual es más adecuado a tus necesidades. Otro condicionante de compra es la referencia del grupo social de pertenencia. Esta compra masiva hace que el producto se convierta en el más popular. Por el contrario, en determinadas circunstancias, un producto llegará a ser popular como consecuencia de ser bueno.
El problema de esta tendencia de asemejar lo popular con lo bueno viene referido a la cantidad de gente que tiende a copiar por lo que ve. La consecuencia de este pensamiento puede perjudicar al ámbito del diseño, ya que el buen diseño puede quedar en segundo plano siendo aplastado por decisiones de individuos no especializados en este campo. El diseñador tiene el objetivo de conseguir que sus diseños sean admitidos por el gran público, estudiando las tendencias.
Uno pensaría que ver una fuente no sería muy interesante. Sin embargo, esta fuente hecha por Jaime Plensa es un buen complemento a Chicago. Es por definición una fuente de agua, sin embargo, es también una escultura interactiva. En sus inicios el proyecto fue cuestionado por la ciudadanía, quienes creían que la altura de las torres rompía los cánones estéticos del parque, una vez que entró en funcionamiento se ha convertido en objeto de elogios y admiración. La fuente es arte, pero es también un elemento de entretenimiento en el espacio público, gracias a ello ha conseguido el éxito popular que merece toda obra de arte. En la actualidad la fuente es referente obligado, atracción pública, y prácticamente un símbolo de la ciudad.