Se habla de la reducción de consumo de la vivienda teniendo en cuenta que no por ello se está renunciando a los criterios de confort de la misma. Esta reducción de consumo no tiene porqué ir ligada a unas peores condiciones de habitabilidad en el interior de esta sino a una mejora en la envolvente y equipos, que nos permite reducir los recursos utilizados para mantener el confort en el interior con respecto a los que serían necesarios en una vivienda estándar.
La reducción de la demanda de energía ha de ir siempre ligada a una estrategia que permita racionalizar los recursos consiguiendo el mayor rendimiento posible de los mismos. De este modo la fase de diseño juega un papel muy importante para lograr el objetivo, los conocimientos de los que el diseñador disponga son decisivos.
La construcción es el segundo sector de mayor generación de residuos, la manera en la que en la actualidad construimos genera una tonelada por persona y año de desperdicio. La utilización de materiales reciclados en las obras puede aportar un paso en el camino hacia la transición a una economía circular.
El saber hacer de cada persona implicada en la fase de construcción de edificio, sin duda alguna hace la diferencia entre el éxito del Proyecto o el fracaso del mismo, por lo que contar con profesionales que construyan en el más amplio sentido de la palabra es un valor seguro.
Para este tipo de proyectos contar con un grupo multidisciplinar, consolidado, que trabaje en equipo, que ya cuenten con una metodología de trabajo y un objetivo común genera un proceso de construcción más fluido y orgánico evitando gran cantidad de imprevistos.
El diseño de una vivienda debe centrarse en los individuos que lo habitan atendiendo a criterios de confort para los mismos, pero para que una vivienda sea eficiente las personas que la habitan han de realizar un consumo consciente de los recursos de los que disponen, siendo de esta manera motor del cambio.